12 de Febrero de 2014
Para que una tecnología pueda llamarse apropiadamente “libre” debe ser liberadora y esto es sólo posible si a través de ella propiciamos un proceso de apropiación histórica en la que seamos capaces de entender cómo hemos llegado a ser lo que somos. Cuando ello ocurre, cuando ocurre, nos entendemos como expresiones actuales, momentáneas y transitorias, de una época en la que nos toca jugar un papel. Dejamos de ser “seres vivos” que nacen, se reproducen y mueren guiados por el instinto de conservación y pasamos a ser hombres y mujeres, seres humanos.
Hace doscientos años, un día como hoy, estaban apenas unos un mil quinientos soldados y cinco piezas de artillería en La Victoria, comandados por José Félix Ribas, Luis María Rivas Dávila y Mariano Montilla. De ellos, unos quinientos eran carne de cañón, muchachos, púberes, venidos principalmente de Caracas y dentro de los cuales se encontraban muchos seminaristas… Horas más tarde llegaría a caballo Vicente Campo Elías con una caballería de apenas unos doscientos sobrevivientes de La Puerta.
¿Estarían nerviosos? ¿Tendrían miedo? ¿Se preguntarían qué estaban haciendo allí?… ¿Habrán dudado? ¿Habría más de uno que habrá pensado en desertar?…
Sí, seguro que sí, debe haber ocurrido de eso y mucho más. Sin embargo, estos muchachos entendieron que ellos no eran dueños de sí. Entendieron que su papel histórico no se hallaba en esa búsqueda biológica que nos es tan actual de “sobrevivir” a toda costa. Habrán entendido que su papel histórico era el de cumplir el mandado de su época. Habrán entendido que el mandado de la época era el de fundar, a sangre y fuego, la libertad del hombre y el ciudadano.
“I – Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos. Las distinciones sociales sólo podrán fundarse en la utilidad pública…
X – Nadie debe ser molestado por razón de sus opiniones, ni aún por sus ideas religiosas, siempre que al manifestarlas no se causen trastornos del orden público establecido por la Ley.
XI – Puesto que la libre comunicación de los pensamientos y opiniones es uno de los más valiosos derechos del Hombre, todo Ciudadano puede hablar, escribir y publicar libremente, teniendo en cuenta que es responsable de los abusos de esta libertad en los casos determinados por la Ley…”
Declaración de los derechos del Hombre y el Ciudadano, 1789
Esos muchachos habían leído esas declaraciones, y muchos otros libros, todos prohibidos por el rey claro. Libros que hablaban de eso, de la libertad, de la libertad de emitir nuestras opiniones, fundamentarlas y llevarlas al debate público en asambleas populares en las que no había distingo de clase sino el debate franco y abierto. El debate público era la arena en la que debían dirimirse las disputas de la razón. La razón era la base que sustentaba todo lo que era. Y por la razón es que era posible la vida humana. Esos muchachos sabían que ellos eran los defensores de la razón y que era la razón la que estaba en avanzada, aunque en ese espacio y momento en particular, me refieron al de La Victoria, estuviesen defendiendo y en retirada.
Del otro lado, huestes. ¿Qué queremos decir por “huestes”?… ¿Animales? ¿Seres irracionales? No, también seres humanos, seres que nacieron libres y que debían ser iguales y que estaban en lucha, quizá por la misma causa patriota, pero sin percatarse de ello.
Como es de todos sabido, Boves no estaba acompañado de soldados peninsulares principalmente. No, los peninsulares en ese momento todavía estaban terminando de sacar a los franceses en la “Guerra de Independencia Española”. Boves estaba acompañado de negros, indios y pardos… Sí, Boves estaba acompañado de las razas que representaban la clase trabajadora y explotada y que eran considerados como “inferiores” en la estructura social y jurídica del Reino de España. Los explotados veían en los patriotas a los mantuanos. Los mismos mantuanos que los explotaban.
Los mantuanos por su parte -muchos de ellos patriotas- luchaban por una igualdad que les era suprimida por los peninsulares… En fin, cuando vemos el asunto con detalle nos percatamos que todos, todos, estaban luchando por ese mismo derecho que dice que “los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos.” ¿Cuál era la diferencia entonces? La diferencia radicaba en que las “huestes” de Boves no lograban percatarse de que:
“III – La Nación es esencialmente la fuente de toda Soberanía; ningún individuo ni ninguna corporación pueden ser revestidos de autoridad alguna que no emane directamente de ella.”
De lo que no lograban percatarse las huestes del peninsular Boves era que de lograr su victoria, no podrían ser libres porque en la época que vivían, y que nos ha tocado vivir a nosotros doscientos años más tarde, es la Nación, la Patria, la principal fuente de toda soberanía. La Libertad es sólo posible con base a la patria y eso no lo entendían las masas de la bovera que luchaban por su esclavitud en nombre de la libertad.
Nuestra época está signada por la libertad para ser iguales con base a la nación. Nótese qué interesante es esto, no se trata de una libertad en términos exclusivamente individualistas. No, para nada, esta libertad, la libertad del individuo, es sólo posible en base a la Patria. Es en base al colectivo desde el cual somos un pueblo que es posible la libertad del individuo.
Eso no lo entendían las huestes de Boves, eso no lo entendieron tampoco algunos mantuanos “patriotas” entre comillas. Eso siguen sin entenderlo las huestes postmodernas de principios del siglo XXI.
José Tomás Boves era un borracho, un adicto al alcohol y a quien sabe que mas drogas y estupefacientes. Dicen las malas lenguas que tenía los ojos pullúos, no sé. Lo que sí sé es que en sus peroratas alcohólicas hacía uso de discursos que convencían hasta la muerte a miles de venezolanos con palabras bonitas que resonaban en ellos y que se basaban también en esa misma “Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano” que inspiraba a los patriotas y que decía que:
“II – La finalidad de toda asociación política es la conservación de los derechos naturales e imprescriptibles del Hombre. Esos derechos son la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión.”
Lo que no lograban caer en cuenta aquellos compatriotas de principios del siglo decimonónico es que los “derechos naturales e imprescriptibles del Hombre” a saber: la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión son solo posibles si tenemos Patria.
“Soldados: lo que tanto hemos deseado va a realizarse hoy: he ahí Boves. Cinco veces mayor es el ejército que trae a combatirnos; pero aún me parece escaso para disputarnos la victoria. Defendéis del furor de los tiranos la vida de nuestros hijos, el honor de defender vuestras esposas, el suelo de la patria; mostrádles vuestra omnipotencia. En esta jornada que ha de ser memorable, ni aún podemos optar entre vencer o morir: necesario es vencer. ¡Viva la República!”
José Félix Ribas,12 de Febrero de 1814