En homenaje a Salvador Allende y al pueblo chileno. Una pregunta en torno a nuestro destino y nuestra obligación.

José J. Contreras

Este ensayo fue leído el día 13 de Septiembre de 2013 en un acto en homenaje a Salvador Allende y al Pueblo Chileno que hiciéramos en Cenditel.

Algunos de los presentes podrán preguntarse qué carrizo tiene que ver el Golpe de Estado ocurrido hace 40 años en Chile con nuestro quehacer cotidiano hoy en Cenditel y en el Ministerio del Poder Popular para Ciencia, Tecnología e Innovación. Quizá, siguiendo al Presidente Obama, pudiese pensarse que es hora de “Move on!”, de echar hacia adelante, de mirar el futuro y dejar el pasado atrás. “¡Eso es cosa del pasado!” podría decir algún interlocutor funcionario de nuestras instituciones “¡Triste quizá, pero ya pasó y además eso fue en Chile! ¡Guarae’lejos!”… Pues no, no está lejos, está aquí cerquita y nos pasó a fin de cuentas a nosotros mismos.-

¿Por qué tumbaron a Allende? ¿Por qué el Golpe de Estado en Chile? “¡Por comunista!” posiblemente diría ese mismo interlocutor con el que hemos estado conversando desde hace ya algún rato. “Tocó algunos intereses poderosos, posiblemente. No sé, la verdad es que no conozco del tema. Ustedes saben que yo no tomo partido en eso de la política”. Pues bien mi querido amigo posmoderno hoy vamos a ir revelando, alrededor de una interesante conversación, que eso que ocurrió hace apenas cuarenta años en Chile, tiene todo que ver con nosotros. No sólo con un “nosotros” que nos alude como venezolanos, sino también como trabajadores del Centro Nacional de Desarrollo e Investigación en Tecnologías Libres (Cenditel) y del Ministerio del Poder Popular para Ciencia, Tecnología e Innovación.

A Allende lo tumban porque era un hombre peligrosísimo que estaba liderando un movimiento de apropiación social de los medios de producción. Movimiento peligrosísimo para el capital transnacional e imperialista de la época. Ese movimiento había nacionalizado bancos, expropiado latifundios y minas. Eso es lo que normalmente nos dicen. Y consecuencia de ello, pues lo tumbaron… Sí es cierto, pero el problema no era sólo las expropiaciones y las nacionalizaciones. Eso se hubiese podido arreglar con una sustanciosa indemnización económica y listo, resuelto. Así lo hicimos aquí, en Venezuela, con Carlos Andrés Pérez un par de años más tarde y todo el mundo se fue contento… Bueno, realmente no se fueron, dejaron a sus chicos en los puestos gerenciales de Maraven, Corpoven, Lagoven, etc, etc, esos mismos chicos que se nos aparecieron luego en el 2002.

Pero en fin, repito, se hubiesen “ido” sin problema. ¿Qué pasó? ¿Qué pasaba en Chile? ¿Qué estaba pasando? Lo que Chile y Allende estaban liderándolo era un peligrosísimo proceso de concienciación y apropiación de la historia. Pocos meses antes del Golpe del 73, en diciembre de 1972, Allende conversa con jóvenes de la Universidad de Guadalajara en México y allí nos brinda algunos hitos que pueden alumbrar el proceso chileno y cómo esto nos revela además nuestro momento:

  • En el discurso, Allende llama a los jóvenes a tomar conciencia de su responsabilidad social en la época. Debían rebelarse contra ese modo dominante de entender la universidad como un instrumento que daba “rango social” porque el arribismo era algo “dramáticamente peligroso”. Ese discurso del “arribismo” social es hoy enarbolado desvergonzadamente por Lester Rodríguez, el Movimiento 13 y demás espécimenes. Allende conmina a esos jóvenes, a los que no se plantean el cambio social y a los que llama “jóvenes viejos” a preguntar-se, a hacerse preguntas. Si son arquitectos, a preguntarse cuántas casas hacían falta en América Latina. Si eran estudiantes, les conminaba a preguntarse por los cientos y miles de niños y jóvenes que no podían ingresar a la escuela. Si eran médicos les emplazaba a ir más allá del paciente que podía cancelarle los honorarios de la consulta privada y a preguntarse por aquellos otros que no podían “pagar la salud”. Allende ponía en la palestra la pregunta ¿Cuál es el destino de la juventud?”.
  • En segundo lugar, en el discurso de Guadalajara Allende propone la pregunta por nuestro papel en el mundo. Y cuando digo “nuestro papel” me refiero a América Latina. Allende llega a Guadalajara y lanza: “… somos países potencialmente ricos, y vivimos como pobres. Para poder seguir viviendo, pedimos prestado. Pero al mismo tiempo somos países exportadores de capitales. Paradoja típica del régimen del sistema capitalista…”. Debería empezar a aclararse el problema del proceso chileno de principios de los setenta. El problema era la concienciación, camaradas, el problema era que se estaban haciendo preguntas. Había muchas preguntas, la gente estaba preguntando mucho y toda pregunta revela; la pregunta siempre revela aunque no tenga respuestas. Allende y los chilenos estaban revelando demasiado, por eso se estaban rebelando y eso es peligrosísimo.

Allende encomia a la pregunta. “¿Cuál es el destino de la juventud?dice y sigue:

“…Se requiere un profesional comprometido con el cambio social; se requiere un profesional que no se sienta un ser superior porque sus padres tuvieron el dinero suficiente para que él ingresara a una universidad; se necesita un profesional con conciencia social que entienda que su lucha, si es arquitecto, es para que se construyan las casas necesarias que el pueblo necesita. Se necesita un profesional que, si es médico, levante su voz para reclamar que la medicina llegue a las barriadas populares y, fundamentalmente, a los sectores campesinos.”

“Se requiere un profesional comprometido con el cambio social…Y luego, Allende emplaza a los políticos. Decía “Lenin dijo que un profesional, un técnico, valía por 10 comunistas; yo digo que por 50, y por 80 socialistas. Yo soy socialista”. ¿Por qué dice esto? Porque los “técnicos”, a esos que nos llaman los “técnicos”, somos los que tenemos la posibilidad tangible, quizá “real”, de transformar la sociedad. Está en nosotros, los “técnicos”, la posibilidad de realizar, repito de realizar, de hacer real, el cambio social.

Pero, ¿cómo lo vamos a hacer si no sabemos cual es el objetivo que queremos lograr? A los técnicos nos enseñaron a no preguntar por los fines, sólo preguntar por los medios para alcanzar los fines. Los fines ya nos vienen dados. Pues bien, el problema aquí se acrecienta. ¿Cómo lograr los fines, si no sabemos muy bien cuáles son los fines, si no nos los dan?.

Hace poco en una sabrosa discusión en la lista de correo, alguien decía que no iba a los Seminarios de Reflexión porque de ahí no salía mayor cosa, no se lograba ver cómo se reflejaba eso en la acción. Debo decir que eso es cierto. En verdad no sabemos muy bien cuál es el cambio social que queremos impulsar. No tenemos muy claro cuál es el objetivo que queremos lograr. Noten que es que la derecha la tiene fácil, hacer plata, hacerle plata a los accionistas, hacerle plata a los dueños de los medios de producción. Allí, en la derecha, la pregunta se circunscribe a los medios para hacer más ricos a los ricos. Y, por cierto, aunque la pregunta sea fácil, las acciones pueden ser sumamente complicadas y difíciles. Pero ese no es el asunto aquí. Estamos hablando de la pregunta por los fines.

El asunto es que nosotros la tenemos complicada desde la pregunta inicial misma. Empero, el reto, el reto es hacernos la pregunta. El reto es mantener la pregunta. El reto es sostenernos en la constante pregunta por nuestro devenir y por nuestro destino. Increpaba Allende “¿Cuál es el destino de la juventud?” y él mismo se consideraba joven, así como consideraba joven a nuestro continente. En otras palabras podríamos decir “¿Cuál es nuestro destino latinoamericano?” “¿Cuál es nuestro destino?”.

Lo peor que podemos hacer es dejar de preguntar porque no encontramos respuestas tangibles. Eso nos cega… Y la verdad es que esa actitud, la actitud que deja de preguntar, es una actitud de cobardes. Una actitud que poco refleja ese modo de afrontar la vida que veía Alí Primera en los chilenos y que le llevo a intitular su canción como “Canción para los Valientes”.

Nuestro comandante Chávez nos encomendó construir la “Sociedad del Talento”. Allende nos da luz al respecto. Debemos ser técnicos comprometidos con el cambio social. No basta ser técnico solamente, no. Tampoco basta ser políticos solamente, tampoco. Decía Allende: “ [En] una sociedad donde la técnica y la ciencia adquieren los niveles que han adquirido en la sociedad contemporánea, ¿cómo no requerir precisamente capacidad y capacitación a los revolucionarios?”.

La construcción de la Sociedad del Talento, nos exige ser profesionales tecno-políticos. Eso ha estado allí desde la creación de Cenditel. Nos exige estar en una actitud constante de pregunta. Nos exige estar en un camino constante de excelencia, en el que no nos conformemos con lo que ya sabemos, en el que no nos conformemos con el camino fácil y ya transitado. Nos exige emprender caminos que debemos ir haciendo e ir despejando nosotros mismos. Nos exige ser buenos muy buenos en lo que hacemos.

Decía Allende que “la juventud contemporánea, tiene una obligación contraída con la historia”. Nuestra obligación… ¿Cuál es nuestra obligación?” ¿Cuál es nuestro destino? ¿Cuál es el destino de Cenditel?