José J. Contreras1
18 de Septiembre de 2014.
El Centro Nacional de Desarrollo e Investigación en Tecnologías Libres se encuentra orgulloso de haber aportado uno que otro grano de arena en la organización y realización del evento “Conocimiento libre, comunidad y democracia”… Por cierto, ¿Conocimiento libre, comunidad y democracia?, uhm, ¿Conocimiento libre, comunidad y democracia?…
Me parece que el nombre de este evento es tremendamente provocador porque posiblemente debería aparecer en este foro una lucha, un enfrentamiento, entre dos preguntas: la pregunta por el “cómo” y la pregunta por el “qué”. Creo yo que en las distintas mesas vamos a ver preponderantemente aparecer la pregunta por el “¿cómo hacer tal y cual cosa?” y de vez en cuando aparecerá también alguno que otro “locaino” o “locaina” que se haga la pregunta “¿qué queremos?” o “¿para qué lo queremos?”.
Quisiera revelar aquí que tendré como trasfondo en este breve ensayo un artículo que por estos días, hace 25 años, estaba siendo elaborado por dos maestros nuestros, de varios de los que estamos aquí presentes, y que son los profesores Ramsés Fuenmayor y Hernán López Garay. Se trata de un artículo cuyo título en inglés es “The Scene for Interpretive Systemology” o “La Escena de la Sistemología Interpretativa” y que fue publicado en la revista “Systems Practice” en 1991.
En aquel artículo de hace ya un cuarto de siglo nuestros queridos profesores eméritos escribían con un notable halo de nostalgia sobre la pérdida del sentido y particularmente de la razón como fuente de sentido. Esta concepción provenía de una particular interpretación del “Proyecto de la Ilustración”. Me refiero al proyecto europeo del que se nutrieron Francisco de Miranda, Andrés Bello, Simón Rodríguez, Antonio José de Sucre y, por supuesto, el mismo Simón Bolívar. Menos de una década más tarde, en 1999, habíamos cambiado el nombre de nuestra nación de ser una “República” a secas a concebirse como la única “República” de carácter “Bolivariano” en el planeta. ¿Qué es eso?, ¿Qué sería una “República Bolivariana”?
Esa pregunta es muy compleja y no voy a pretender abordarla en este momento, no sólo porque no tengo el tiempo, sino porque cuento con el conocimiento necesario. Pero voy a rogarles que me acepten un punto de partida. Si queremos ser de verdad verdad una “República Bolivariana” debemos rescatar, por supuesto de manera crítica, el “Proyecto de la Ilustración” que sembró, cultivó y cosechó a los padres fundadores de nuestra patria y que, siglos más tarde, daría nuevamente frutos en el movimiento bolivariano que reaccionó contra el movimiento imperialista de la triunfante globalización de finales del siglo XX.
Lo otro que les pido que me acepten es la particular interpretación del Proyecto de la Ilustración que hacen Fuenmayor y López Garay en el artículo a marras. Para los maestros, el punto clave del Proyecto de la Ilustración es el de la liberación del ser humano a través del uso de la razón. Los maestros, impregnados por una visión kantiana, concebían la liberación del ser humano como un proceso en cuyo fundamento estaba la posibilidad de que cada uno de nosotros pudiese ejercer libremente la razón. Y particularmente el reclamo que nos hacen los maestros es el de ejercer libremente la razón holística.
La razón holística se conforma a partir de la relación recursiva y esencial de tres “modos” de razón, que apuntan básicamente a la atención a tres preguntas: el “cómo”, el “qué debo hacer” y la pregunta por el “para qué” o el “por qué” que aunque se parecen no son iguales. A los maestros les preocupaba que la pregunta instrumental, la pregunta por el “cómo”, se ha hecho apabullante. No es sólo que ha dejado de lado a las otras preguntas, sino que las ha hecho prácticamente desaparecer. Cuando eso ocurre, nos dejamos de preguntar por el qué, por el para qué, por el qué debemos hacer. Nos quedamos entrampados en la pregunta por “cómo hacer”, ¿cómo carrizo hago yo para instalar este aparatico?, ¿cómo hago para configurar este sistema operativo para que pueda correr bien esta aplicación que me estoy descargando?. ¿Cómo le hago para cambiar los settings del “X” de manera tal que pueda correr bien esta aplicación que instalé con el “aptitude install”?”.
La pregunta instrumental es liberadora si ella está fundada por la pregunta práctica. Es decir, la pregunta por el “qué hacer” o quizás mejor la pregunta por el “qué debemos hacer”. Cuidado, no es la pregunta por el “qué debo hacer para cambiarle los settings”, no, eso es una paráfrasis de la pregunta instrumental, me refiero a la pregunta práctica por el “qué debo o debemos hacer” en términos morales. Cuando traigo aquí la pregunta “moral” no es para que nos metamos a santurrones y a cumplir con unos mandatos que nos dijeron que dizque eran buenos. No, no, me refiero a la pregunta moral que nos exige actuar de una manera práctica en función del bien común. Y voy a ser más particular en este caso, no les voy a pedir que actuemos bien en función de una humanidad abstracta, no, les voy a pedir algo más concreto, que intentemos actuar bien en función de esa comunidad en la que somos. Actuemos bien en función de la común-unidad de esa República Bolivariana que hemos estado refundando desde hace ya, por lo menos, un par de décadas.
Pero la pregunta práctica es liberadora si ella está fundada en la pregunta teórica. La pregunta teórica es la pregunta que nos exige revelar el “por qué”, el “para qué” y en ello nos exige revelar “qué concepción del mundo”, o me atrevería a decir, “qué utopía del mundo” nos mueve de tal manera que nuestro quehacer mundano tenga sentido. Qué mundo queremos construir, qué mundo estamos construyendo, qué mundo nos permite caminar con sentido de vida. Es a partir de la pregunta teórica que la pregunta práctica y la pregunta por el “deber ser” tiene claro sentido. Si quiero hacerme ingeniero y soy bachiller, debo aprender “derivadas e integrales” y, a partir de allí, puedo preguntarme por el cómo hacer más efectivo y eficiente mi método de estudio de cálculo2.
Si queremos realmente construir una comunidad nacional basada en el bolivarianismo y si creemos que el bolivarianismo es una actualización, necesariamente crítica, del proyecto de la Ilustración entonces ¿cuál es esa situación objetivo? (que en el ejemplo anterior era simplemente “hacerme ingeniero”). Ojalá tuviese la respuesta, a Dios gracias no la tengo, pero lo que si podemos adelantar es lo siguiente. Si queremos rescatar el proyecto de la Ilustración debemos traer, debemos mantener, debemos cultivar, preservar y cuidar la pregunta por la razón holística, la pregunta por el sentido de la “República Bolivariana de Venezuela”. Aquel conocimiento que apunte en este sentido será un conocimiento apropiadamente liberador. Aquel conocimiento que no se haga esta pregunta, aquel conocimiento que se quede entrampado simplemente en aquellas famosas cuatro libertades instrumentales no es liberador, o mejor dicho, no es libertador de verdad verdad.
Bolívar, el Libertador, planteó un proyecto americanista que sembrado en una visión profundamente igualitaria, republicana y democrática se enfrentaba contra la concepción imperialista dominante de la época que era la monarquista. En principio, mientras Bolívar planteaba un proyecto libertador en el que todos los ciudadanos pudiesen hacer uso de la razón, de la razón holística, el proyecto monarquista se basaba en que sólo algunos pocos nobles podían pensar mientras que toda la mayoría debía seguirlos como sus tutoriados. Hoy día, ¿cómo se presenta el imperialismo? ¿cómo nos domina? ¿en qué nos diferenciamos nosotros de los americanos de principios del decimonónico? ¿qué significa esa república democrática y protagónica que decimos estar construyendo? ¿cuál es nuestra situación actual? ¿qué debemos hacer para llegar de nuestra situación actual a esa república democrática y protagónica que llamamos “República Bolivariana”? ¿Cómo le hacemos?.
Por ahí va, creo yo, la pregunta por el conocimiento liberador, o libertador, la pregunta que nos haga atender básicamente. ¿Somos común-unidad? ¿Qué debemos hacer para ser común-unidad? ¿Cómo hacemos común-unidad de la República Bolivariana de Venezuela?
1 Investigador de CENDITEL. jcontreras@cenditel.gob.ve
2 Este ejemplo es peligroso e incluso traicionero. El fin práctico de una persona “buena” no podría consumarse con la obtención de un título en una universidad. Tendría más bien que entenderse este proceso de formación como un camino en el que la consumación de la persona en su papel social de “buen ingeniero(a)” se va realizando en el transcurso de la vida. Eso implicaría, en sus primeros pasos, estudiar bien el cálculo diferencial y aprender herramientas para la atención de problemas de límites, derivadas e integrales. Pero no puede circunscribirse a haber aprendido algunas herramientas descontextualizadas del orden social en el que su “bondad” (el de las herramientas) adquiere sentido. Esto no quiere decir que las herramientas son neutras, sino -todo lo contrario- que ellas son necesariamente en su contexto social.